Al celebrar el Domingo de Pascua, la Iglesia Católica exhortó a los bolivianos a salir del anonimato y abandonar los sepulcros de la violencia para convertirse en verdaderos operadores de justicia y paz en la familia, en el trabajo, en la sociedad, y allí donde el Señor nos ha puesto.
Durante la homilía dominical, el arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, sostuvo que es hora de salir de la indiferencia y de la cobardía dando testimonio de nuestra fe.
Manifestó que “la paz es el fruto de la Pascua y, sin embargo, el mundo se obstina en rechazarla y sigue poniendo su confianza en la fuerza, la violencia y la guerra”.
“La paz es el fruto de la Pascua, sin embargo, el mundo se obstina en rechazarla y sigue poniendo su confianza en la fuerza, la violencia y la guerra”, dijo en parte de su sermón.
Luego hizo una reflexión sobre la coyuntura del país y describió un escenario complicado donde siguen primando prácticas violentas como forma de solucionar los problemas que ocurren en el día a día.

Sostuvo que también en nuestro país persisten las viejas prácticas de las amenazas, los bloqueos, los enfrentamientos y el recurso a la violencia como medios para solucionar los problemas, prácticas que, además de dejar puntualmente insatisfechas a las partes, dejan tras de sí enemistades, rencores, odios y hasta sangre y muerte.
¡No hagamos que Cristo haya resucitado en vano! Salgamos de los sepulcros de la violencia y del desencuentro y resucitemos a la fuerza del amor, el perdón y la reconciliación. El Resucitado es la esperanza de un mundo nuevo, la luz que nos indica el camino a recorrer para construir juntos una sociedad fraterna, justa y pacífica que se enriquece con la cultura y los valores de cada pueblo y nación de ayer y de hoy, dijo el obispo.
Empero advierte que estas prácticas, además de dejar puntualmente insatisfechas a las partes, dejan enemistades, rencores, odios, hasta sangre y muerte.
“No hagamos que Cristo haya resucitado en vano, salgamos de los sepulcros de la violencia, del desencuentro y resucitemos a la fuerza del amor, del perdón y la reconciliación”, indicó.
Gualberti señaló que el resucitado es la esperanza de un mundo nuevo, la luz que nos indica el camino a recorrer para construir juntos una sociedad fraterna, justa y pacífica que se enriquece con la cultura y los valores de cada pueblo y naciones de ayer y de hoy.
La misión de la Iglesia y de todos los cristianos hoy: ser testigos de Jesús resucitado en nuestro mundo, con sus gozos y esperanzas, tristezas y angustias. Testigos de la vida nueva y de la paz, frutos de la Pascua: “La paz esté con ustedes” es el primer saludo a sus discípulos de parte del Resucitado, consagrado “Señor de la paz” por su pasión, muerte y resurrección.
Recuerda que San Pablo insta a que demos este paso y es hora de despertar del sueño, de dejar las tinieblas y revestirnos de la luz, dando testimonio de nuestra fe en Cristo resucitado.